El camino de la alegría
En estos tiempos cuesta hablar de la alegría y de la posibilidad de experimentarla. Varias veces me he sentido inhibida y también he sido increpada por enojados interlocutores cuando he osado decir que la alegría es posible hoy en nuestras vidas.
Porque es inevitable que al mencionar la alegría, el gozo o la gracia, aparezca el tema del sufrimiento y el dolor. Estos últimos siempre ganan sus batallas.
Es osado de mi parte abogar por el bien-estar, como si se pudiera dirán algunos. Llevo las de perder, pero aún así prefiero dar la batalla, porque veo la posibilidad de realizar el sueño. ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros una vez al día se decidiera hablar con otro de lo bien que lo pasó el fin de semana, de alabar a quien ha hecho mérito, de soñar, un gesto positivo al día, dar la pasada al conductor de al lado, sonreir, dar las gracias, dar un ánimo. ¿Tan enojados, tristes andamos por la vida que esto no nos parece factible?
Es que suena bobo, ingenuo pensar que podemos cambiar el mundo con estas actitudes. Y no son estas actitudes las que deberíamos enseñar a nuestros hijos? ¿ no los harían mejores personas? Y a nosotros mismos no nos harían mejores personas el sólo hecho de enseñarlas y practicarlas. La vida como dice una amiga mía es una práctica diaria. Aprendamos a vivir, necesitamos una nueva conciencia de cómo vivir nuestras vidas. No se trata de relajo, se trata de conexión , de sentido de cada cosa que hacemos, de la conexión profunda con esa fuerza primordial que nos ha creado, con sólo eso, todo tiene sentido, incluso lo más penoso, incluso el sufrimiento.
En estos tiempos de tanta crisis en el mundo, y de todo tipo, financiera, ecológica, energética, religiosa, valórica, de tantos problemas de violencia, pobreza, y falta de entendimiento entre los seres humanos, necesitamos modificar nuestras prácticas de vida en profundidad y el camino que veo es el de conexión de cada uno de nosotros consigo mismo, porque parece que tenemos respuestas, tenemos una sabiduría escondida que puede aflorar fácilmente si tomamos conciencia de quienes somos.
La expansión de conciencia comienza cuando seriamente nos hacemos las preguntas fundamentales del ser humano, que para mí abarcan varios temas centrales. El primer tema es sobre la muerte, ¿cómo estoy asumiendo esta certeza, que me voy a morir? Hecha esta pregunta, salta inmediatamente el tema de la vida, ¿y cómo entonces sabiendo que moriré, asumo esta vida otorgada?, o sea, ¿cómo decido vivir? Esta pregunta a su vez, gatilla el tema del libre albedrío, porque ya que me he dado cuenta que estoy vivo(a) ¿cómo tomo conciencia que estoy optando, escogiendo, eligiendo mi quehacer minuto a minuto? La siguiente derivada, como consecuencia de las preguntas anteriores, viene con la siguiente reflexión, si sé que moriré y que tengo libertad para escoger ¿cómo le doy sentido a mi vida?, ¿cómo le doy sentido a mi quehacer, a mi práctica de vida diaria? Y finalmente para complejizar un poco más toda esta reflexión, nos damos cuenta que nuestras vidas casi siempre están relacionadas con otros y pese a este hecho igualmente estamos solos, es decir, cada uno de nosotros habita un mundo que sólo cada uno de nosotros conoce y desde ahí esperamos resolver o al menos encarar las preguntas existenciales. Bonito desafío, tenemos toda la vida (y quizá toda la muerte) para hacernos cargo de estas preguntas y parece que es en este camino que encontramos la felicidad en la vida. Podemos hacernos los lesos, pero lo que he visto es que el sufrimiento humano se origina en los cuatro temas mencionados: la muerte, la responsabilidad de vivir, el sentido de nuestras vidas y la soledad existencial. Si no nos hacemos cargo de estos temas, ellos, nos perseguirán con ansiedad, miedo y estrés hasta la muerte¡¡¡
¿La salida?
Mi humilde opinión la respuesta a la pregunta está en tomar lo que llamo el camino de la alegría, camino que se encuentra una vez que te has dado cuenta que te ha sido regalada una vida, una vida de ser humano, si eso te conmueve sólo te quedarán las ganas de agradecer esta gracia concedida. Y se trata de estar agradeciendo todos los días este milagro y ¿cómo podemos agradecer? con el servicio amoroso que le puedo dar a otro ser humano, los pequeños gestos diarios de dar las gracias, dar ánimo, dar ayuda, con la sonrisa, con el abrazo, con el respeto por el otro, con escuchar al otro. ¡pongamos estas acciones en nuestra agenda¡,
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